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La cortisona es una sustancia que está dentro de los corticosteroides y tiene su origen en el cortisol, un compuesto que las glándulas suprarrenales liberan en la sangre junto con la adrenalina cuando experimentamos situaciones de estrés.
El cortisol desempeña un papel crucial en múltiples procesos fisiológicos, como la regulación de la inflamación, y sus niveles pueden elevarse en el cuerpo en respuesta a situaciones estresantes o de nerviosismo.
La cortisona interviene en el metabolismo de grasas, carbohidratos y proteínas, además de contribuir a la regulación de líquidos y electrolitos en el cuerpo, ayudando a mantener la homeostasis.
Normalmente, el cuerpo produce cortisona bajo la dirección del sistema endocrino, que regula todas las hormonas funcionales. De manera natural, se sintetiza en el córtex de las glándulas suprarrenales.
No obstante, los científicos han logrado replicar y fabricar esta sustancia de forma artificial y, a día de hoy, hay una gran cantidad de medicamentos y cosméticos con cortisona, idóneos para aquellas personas que la necesitan.
¿Para qué sirve la cortisona?
Ahora que ya sabemos qué es, vamos a ver para qué se utiliza la cortisona y qué afecciones puede tratar:
- Enfermedades reumáticas: incluye afecciones como la artritis reumatoide, espondilitis anquilosante, esclerosis múltiple, bursitis, tenosinovitis, artritis gotosa aguda, osteoartritis, sinovitis y epicondilitis.
- Trastornos dermatológicos: se emplea en el tratamiento de enfermedades como el pénfigo, dermatitis, eczema, impétigo, psoriasis severa y liquen plano.
- Enfermedades del tejido conectivo: uno de los principales usos de la cortisona es el tratamiento de afecciones como la dermatomiositis, polimialgia reumática o la artritis temporal.
- Alteraciones hematológicas: la cortisona es útil en el manejo de púrpura trombocitopénica, trombocitopenia y anemia hemolítica autoinmune.
- Alergias: está indicada para tratar rinitis alérgica, dermatitis de contacto y atópica, y urticaria.
- Reacciones alérgicas graves: se aplica en casos de reacciones alérgicas o anafilácticas a medicamentos, alimentos, picaduras de insectos o enfermedad del suero.
- Trastornos oftalmológicos: se utiliza para tratar úlceras corneales, queratitis, herpes zóster oftálmico, inflamaciones del segmento anterior, coroiditis, uveítis, oftalmia, conjuntivitis alérgica, coriorretinitis, neuritis óptica, iritis e iridociclitis.
- Enfermedades respiratorias: la cortisona se emplea en el tratamiento de sarcoidosis, síndrome de Löefler, beriliosis, tuberculosis pulmonar, fibrosis pulmonar, neumonitis por aspiración, asma bronquial y sinusitis.
- Trastornos gastrointestinales: se usa para manejar colitis ulcerativa, enfermedad de Crohn y hepatitis crónica.
- Alteraciones endocrinas: se prescribe para insuficiencia adrenocortical, hiperplasia adrenal congénita, tiroiditis e hipercalcemia asociada al cáncer.
- Tratamiento del cáncer: se utiliza en el tratamiento paliativo de leucemia, linfoma, micosis fungoide y mieloma múltiple.
¿Qué hace la cortisona en el cuerpo?
La principal función de la cortisona es suprimir la función del sistema inmunitario, el cual protege al cuerpo de agentes patógenos externos. Esta acción provoca una disminución en la respuesta inmunitaria, haciéndolo más vulnerable a infecciones durante períodos de estrés prolongado.
Al inhibir el sistema inmune, los patógenos que habitualmente serían combatidos y eliminados por las defensas naturales del cuerpo pueden multiplicarse y establecerse en los tejidos. Esto explica por qué el uso prolongado de corticoides o la presencia de inmunodeficiencia aumenta el riesgo de infecciones causadas por microorganismos inusuales.
En comparación con personas con un sistema inmunitario sano, las infecciones en personas inmunocomprometidos suelen durar más tiempo, y tienen una mayor probabilidad de volver a infectarse después de finalizar el tratamiento.
¿Cuáles son los efectos secundarios de la cortisona?
Para terminar, vamos a repasar algunos de los efectos secundarios de la cortisona más habituales, que pueden variar tanto en forma como en intensidad en función de cada persona:
- Hinchazón.
- Retención de líquidos.
- Irritabilidad.
- Náuseas y vómitos.
- Insomnio.
- Alteración del estado de ánimo.
- Dolor de cabeza.
- Ardor estomacal.
- Aumento de apetito.
Por esta razón, es importante leer el prospecto de los productos con cortisona antes de utilizarlos, para conocer las indicaciones y recomendaciones de uso del fabricante. Así mismo, por lo general, estos efectos secundarios únicamente aparecen en tratamientos que van más allá de los 10 días de duración.
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Preguntas frecuentes (FAQs)
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¿Qué es la cortisona y cómo se produce en el cuerpo?
La cortisona es una hormona que interviene en el metabolismo de grasas, carbohidratos y proteínas. También ayuda a regular líquidos y electrolitos en el cuerpo, contribuyendo a mantener la homeostasis. El cuerpo la produce de manera natural en las glándulas suprarrenales bajo la regulación del sistema endocrino.
¿Cuándo suelen aparecer los efectos secundarios de la cortisona?
Los efectos secundarios suelen manifestarse en tratamientos prolongados, generalmente después de más de 10 días de uso continuo. Por ello, es importante leer las indicaciones del prospecto y seguir las recomendaciones médicas.
¿Es segura la cortisona para el tratamiento de alergias?
Sí, la cortisona se utiliza para tratar diversas alergias, incluidas la rinitis alérgica y la dermatitis de contacto. Sin embargo, debe ser administrada bajo supervisión médica, ya que su uso prolongado puede causar efectos secundarios significativos.
¿Cómo afecta la cortisona al sistema inmunitario a largo plazo?
El uso prolongado de cortisona puede debilitar el sistema inmunitario, lo que aumenta el riesgo de infecciones. Esto se debe a que la cortisona inhibe las defensas naturales del cuerpo, haciendo que los patógenos puedan multiplicarse más fácilmente.